domingo, 16 de agosto de 2015

El mejor presente es el momento

Va a hacer un año desde que escribí esta entrada, dijimos frente a la cámara "¡empezamos!" y cogimos al fin un desvío en nuestro sinuoso camino. El 25 de agosto de 2014 comencé un vídeo muy especial para Bienve, hecho con la aplicación 1SE (1second everyday), con la que nos grabo un segundo cada día para documentar su espera.


Qué curiosa es a veces la vida. Entraba aquí para enseñaros un poco cómo va el vídeo y dejaros unas palabras de la película El nuevo exótico Hotel Marigold, que la hemos estado viendo, y resulta que justamente por aquel entonces os mencionaba una frase precisamente de la primera parte de la historia de ese hotel para la tercera edad en la India: "al final todo acaba bien, y si no acaba bien, es que aún no es el final".

¿Sabéis? De pequeña yo pensaba en adoptar, y siempre soñé con una niña india. En su momento, fue de lo primero que miramos, y también lo primero que tuvimos que olvidar. José Luis, de la ECAI, no me dejó ni acudir a una cita a verle, ya por teléfono me dijo que India no era para nosotros, que éramos muy jóvenes, y apenas pude ni rechistar. Así que no viajaré allí a por mi hij@, pero yo tengo que ir en algún momento de mi vida a vivir un Holi, a hacer fotos, a estar, a aprender. Bueno, que vaya tour que me estoy pegando por Úbeda, perdón. Pues que me he puesto varias veces el final de la peli porque, además de para ver a Dev Patel bailando (me encantan los bailes de Bollywood, este año vuelvo con Mistri), para grabarme en la memoria a Maggie Smith diciendo:

 "El final no existe, sólo es un punto en el que se deja la historia"  

Viene a decir lo mismo que la primera frase que os puse. Si cada uno decidimos dónde ponemos el punto y final a lo que nos sucede, podemos elegir continuar la historia hasta que termine como queremos. Así que, buscadores, ya sabéis. Ojalá me lea MA, del curso, y saque fuerzas.

Y prosigue el personaje en la peli: "ahora no tenéis ni idea de lo que llegaréis a ser. No intentéis controlarlo, dejad que ocurra. Es entonces cuando comienza la diversión porque (...) no hay mejor presente que el momento." 

Eso es, como dicen en Kung Fu Panda"El pasado es historia, el futuro un misterio pero el hoy es un regalo, por eso se llama presente"

Y lleno de presentes, de momentos, está el vídeo de la espera de Bienve, llevo ya 6 minutos (un segundo cada día, durante un año). No sé cuánto durará, depende de lo que tarde en venir. En principio terminará cuando le recojamos al fin, pero ahora empiezo a pensar que puedo iniciar uno nuevo desde que llegue, o seguir. En cualquier caso os animo a hacerlo porque no se hace nada largo. Aunque dure 6 minutos, como los planos son tan breves y variados, no aburre,  y es muy curioso cómo sólo con esa breve imagen recuerdas el día en cuestión.

Y ahora, a por más momentos. Y punto y seguido :)

lunes, 10 de agosto de 2015

Adiós medicación, hola escalofrío

Poco a poco recupero la rutina y, en cierto modo, se agradece "saber" cómo vas a deslizarte por las líneas de tu agenda, al menos para una mente hiperpensante como la mía. Todo lo que me den y no tenga que decidir yo me parece ideal ahora mismo. Bueno, ahora y siempre. Soy indecisa desde que me conozco, porque decidir supone ir trazando un camino u otro según tus elecciones y siempre me ha pesado como una losa esa responsabilidad. En vez de tomármelo como algo emocionante, he crecido creyendo que si me equivocaba sería algo terrible, pero lo cierto es que hay pocas cosas te-rri-bles, si acaso molestas y que hay que capear, pero nada más (hay que practicar para creérselo, ya lo sé, pero no perdemos nada por intentarlo). 

Así que bueno, aunque dé vértigo saber que el destino se lo va haciendo uno a poquitos, y que decisiones aparentemente bobas como ir o no a un sitio un día, por ejemplo, pueden cambiar toda tu existencia, merece la pena verlo como una aventura e intentar confiar en que todo saldrá bien en lugar de ir aterrada por ahí, que además es fatal para el cutis y no hablemos de los niveles de cortisol (queda estupendo escrito, oye, ahora voy a ver si me lo aplico).

La cuestión es que ya os conté aquí que guardaba medicación y que había decidido regalarla. Esta decisión no es una cualquiera. Seguro que las compañeras de TRA entendéis el simbolismo. Mientras las jeringuillas, los óvulos, las pastillas y los viales estuvieran en el botiquín, seguiría sin cerrar esa puerta. Además, la memoria es selectiva y con el paso del tiempo tendemos a recordar sólo lo bueno como mecanismo de supervivencia digo yo (acordarse sólo de nuestros errores y catástrofes no es funcional), y yo estaba a una noche en vela de volver a plantearme jugar con el quimicefa otra vez. Y no puede ser, así que era absurdo y una tortura psicológica seguir guardando eso. Así que le comenté a mi madre que la quería regalar y cuando me dijo que le parecía lo mejor que podía hacer (ella, que no quería ni oír hablar de que volviera a pincharme nada), me animé aún más. 

El martes 21 de julio fue un día muy especial. Quedé con alguien que no conocía y sentí un escalofrío. 

Una amiga buscadora le contó a C que regalaba mi medicación y me escribió al mail. ¡Por cierto! Muchos me habéis comentado que no sabíais dónde escribirme y habéis tenido que ingeniároslas. Ya he añadido la dirección de correo. Estaré encantada de leer vuestras historias, que los comentarios a veces se quedan cortos o no parecen el lugar adecuado.

Bueno, retomo, que yo pierdo el hilo rápidamente. C me escribió porque ahora en agosto iba a necesitar el Pergoveris, y ese martes me encontré con su marido para dárselo. Llevé ese medicamento y todos los demás, el Utrogestán, la Meriestra... Y no le llevé el paracetamol y el ibuprofeno de milagro. ¡Quería deshacerme de todo! Me dijo que no los necesitaba, pero mira, por si acaso, y yo ya no los quería ni ver. 

Los dos paramos en una rotonda, así que no había tiempo para mucho, pero os juro que al entregarle la bolsa sentí escalofríos. Lo juro. Una sensación increíble. ¡Increíble! No os lo voy a conseguir explicar porque no la había sentido antes. Y me hizo fuerte. Me sentí orgullosa de mí misma, simplemente por el mero hecho de haber tomado una decisión. Toda una novedad para mí.

Le deseé suerte y le dije que por favor me contaran. Lloré al meterme de nuevo al coche. Fue una tarde de muchas emociones. Ojalá lo consigáis, chicos. No os hacéis una idea de la ilusión que me haría que algo que me ha traído tanto sufrimiento os diera la felicidad a vosotros. 


Con las prisas y las emociones se me quedó el Menopur en el asiento. Le pregunté a C por si tenía que perseguir con el coche a su marido, pero me dijo que no le hacía falta esta vez. Son sólo 2 viales, pero bueno, quizá si alguien os da otros... Así que ya sabéis, banderilleras mías. Aquí os lo guardo. C, por supuesto si lo quieres, es tuyo, pero espero de corazón que sólo me escribas para mandarme la foto del test de embarazo con un positivazo enorme.

Ya veis, a veces decisiones a priori duras y que asustan porque suponen dejar algo atrás definivitamente, traen consigo alegría y satisfacción.

Sólo hay que echarle (más) valor.