Lo primero, unas fotos de las martenitsas de Baba Marta de los yayos ya colgadas en el árbol. Este fin de semana llevaremos las mías. Menos mal que la encina es fuerte, porque yo creo que las he hecho muy grandes y pueden tronchar las ramas de un arbolillo enclenque.
Por otro lado, estoy trabajando en un póster con las fechas importantes en nuestra historia. Algún día dibujamos juntos nuestra línea de tiempo. Se me ocurre ahora mismo que se podría hacer una cenefa bonita con todos los hitos. ¡Puede quedar chulísimo!
De momento sólo puedo decorar la habitación y, a este paso, no cabe criatura cuando venga ;)
Cuando me planteé ser madre, no pensé en ningún momento que cuatro años después estuvieras aún en ello (y que me quedaran otros tantos por delante menos todavía). No sabía de infertilidad y adopción más que esos conceptos generales que maneja todo el mundo, o sea, nada.
Justo antes de empezar recibir el diagnóstico de esterilidad, mantuve una conversación profética con unos amigos. Ella comentó que su primo iba a ser padre, pero bueno, que no iba a "ser suyo, que era inseminación con semen de donante" (ayyyyy madre, esos suyo, tuyo, mío que usamos TAN mal y nos hacen TANTO daño).
Entonces exclamé que vaya bobada, que el niño sería suyo, que eso está a la orden del día, que menuda barbaridad estaba diciendo, que era una antigua...
Hasta que me tocó la china.
Os aseguro que no se puede de hablar de nada hasta que no se pasa por ello. Ya puedes creer a pies juntillas que harás tal o cual cosa en determinado momento que te aseguro que cuando llegue, quizá te sorprendas a ti mismo renegando de tus palabras.
Ya lo he contado, pero haré un resumen: como no lograba embarazo, fuimos al gine y al urólogo. Descubrieron que los espermatozoides de mi marido ni servían, ni estaban dispuestos ni eran guapos en su mayoría. Bueno, qué digo, mayoría absoluta, sólo sirve un 1%. Por suerte, sólo hace falta uno para fecundar un óvulo, así que nos mandaron directos a reproducción asistida, en adelante, TRA, concretamente a ICSI.
Entonces nos encontramos con que yo era baja respondedora por causas idiopáticas (cómo odio esta palabra que aparece tanto en mi vida y que significa "notengoniideadeporquétepasaestohija"). Y no hubo manera en ninguno de los 4 ciclos con sus "preciosas" estimulaciones respectivas de sacar algo bueno de mí. No quiero detenerme mucho en este punto, porque os voy a decir que tanto renombre la clínica y ahí no buscaron qué pasaba, fue un endocrino de la Seguridad Social el primero en mi vida que me pidió una analítica hormonal completa, con datos muy reveladores sobre hormonas de las que no había oído hablar en la vida y que explican la infertilidad entre otras cosas. Como digo, mi cabreo y estupor lo dejo para una posterior publicación porque no va de eso la de hoy.
Fueron cuatro ICSIs muy seguidas con sus respectivos disgustos. Son TANTAS las ilusiones depositadas en cada ciclo, tantos sueños, tantas esperanzas, tanto esfuerzo físico, psíquico y económico...
Y llegó el temido veredicto: teníamos que pasar a ovodonación.
Leo en sus blogs a muchas compañeras de fatigas y me da mucho miedo comentar sus posts aconsejándoles paciencia y calma, porque precisamente por experiencia sé que esas palabras le ponen a una de los nervios cuando está hormonada perdía o a las puertas de estarlo. Ahora no quieren oír eso, pese a ser lo que más necesitan. Cuando estás en TRA, parece que echas carreras con alguien, y todo lo quieres YA, y te tienes que embarazar YA, y no te das cuentas de que ese YA es lo que más te limita.
Por ese YA que yo experimenté en mis propias carnes, me metí en ovodonación quizá antes de haber elaborado bien el duelo biológico, a pesar de que tuvimos que pasar por la consulta de psicología de la clínica antes para poder empezar el tratamiento.
Recuerdo nítidamente la tarde que estábamos en la consulta del guaperas y de repente yo no importaba... Casi hubiera preferido no ir. Hablaban del semen y de la donante, y yo... Yo nada. Me sentí excluida de mi posible embarazo. Y fue extraño y doloroso, como presenciar una escenita en la que tu marido te pone los cuernos.
Íntimamente, me veía inferior a todas las mujeres, a todo el mundo, y creía que todos me verían así. Empezaron los secretos.
Desde luego, de la misma manera que no sabemos por ejemplo con qué postura concreta fue concebido el bebé de nuestra amiga, no hay necesidad de contar a diestro y siniestro la concepción del nuestro, es algo íntimo, pero debemos estar seguros de si no lo comentamos porque le concierne en primera instancia a nuestr@ hij@ o porque en realidad temo que sepan que "no es nuestro". De ser así, nos veré abocada a una vida de retortijones cuando escuche ciertas cosas y mentiras que envenenarán nuestros recuerdos.
Los psicólogos y el ginecólogo me aconsejaron no anunciarlo a bombo y platillo, pero no por nuestro orgullo, sino porque debíamos proteger la intimidad de nuestro hij@. Él o ella debería saberlo antes que nadie, antes de que pudieran enterarse por una boca indiscreta. Pero por supuesto, a él/ella teníamos que decírselo, exactamente igual que con un niño adoptado porque, simple y llanamente, todos tenemos derecho a saber de dónde venimos aparte de, por supuesto, las cuestiones sobre antecedentes genéticos y demás que es necesario saber si se desconocen o no, por motivos médicos. Multitud de estudios confirman el consenso sobre el tema: "Existe suficiente experiencia en adultos concebidos con donación de espermatozoides cuyo estudio demuestra que en los casos en que la donación resultó psicológicamente traumática, lo fue más por el secreto que por la diferencia genética en sí misma". (fuente)
Pero al margen de lo anterior, yo estaba aterrada. No quería que se supiera porque me apenaba, me avergonzaba. Pero eso lo sé hoy. Entonces sólo quería lograr un embarazo. Sin embargo, no me sentía bien. Si yo misma luchaba contra la pérdida de mi 50% genético, cómo iba a soportar 9 meses con impertinentes preguntas ajenas del tipo "a quién se parecerá", "no te da yuyu" o cosas así, referidas al desconocimiento de la donante. Así que sólo estaban al tanto mi marido, padres, hermana y una amiga pues, al mismo tiempo, necesitaba hablar de mis temores.
La ovodonación requiere la sincronización de los ciclos de la donante y la receptora, así que mientras me preparaba (con la meriestra y sus dolores de cabeza), intenté reconciliarme con esa a la que yo imaginaba superjoven, superfértil y supertodo, la donante. Con grandes esfuerzos conseguí verla como un hada madrina que podía hacer posible mi maternidad, y la llamé Campanilla.
Hablar de Campanilla me resultaba más amable que eso de "donante". Y me hice un colgante con su imagen.
Entonces un día pensé "la pobre Campanilla ya debe estar pinchándose", y la imagen de una joven poniéndose las banderillas del Gonal de las narices me acercó sentimentalmente a ella. Empecé a quererla, y me preguntaba cómo le estaría sentando la estimulación de ovarios, si tendría tanto miedo como yo a la punción, y en qué se gastaría el dinero.
Llevé su imagen colgada del cuello los dos meses y pico que duró todo, pero cuando salió positivo el test de embarazo, me invadió el pánico otra vez. No en ese momento, pero mientras esperaba la eco sí me asaltaron los temores sobre qué elemento extraño llevaba dentro de mí exactamente y aydiosmíos varios. Por eso afirmo hoy que no estaba realmente preparada. Tomaos un tiempo por favor antes de dar un paso como el de la ovodonación o, mejor dicho, ovo-recepción.
Eva María Bernal se ha encontrado con gente que ha rechazado sus embarazos, y es terrible, después de luchar tanto.
Tras el aborto, paramos nuestra incansable búsqueda. Necesitábamos por fin un tiempo, y en esos meses descubrí que lo que quería era un hij@ sin importar si compartía material genético con él, pero esta vez de verdad, aunque siempre quede un pellizco de pena porque eso también es normal.
Y ahora pienso en Campanilla, y no me importa llamarla "donante" porque aunque hada también, no quiero quitarle eso tan bonito que la define en su propia palabra: "donar". Me dio sus óvulos, me da igual si por dinero o por intención real de ayudar. Se sometió a un tratamiento hormonal, pasó por un quirófano y me regaló sus células, seguro que esperando que sirvieran para algo. Tiempo después supe que tenía 33 años, me hubiera gustado que fuera más joven por la calidad, pero con esa edad también presumo que sabía lo que hacía.
Hoy quiero a otra Campanilla, la madre genética de mi hij@, porque por la razón que sea gracias a ella yo también seré madre.
Me pregunto cómo será, a quién se parecerá, pero con curiosidad y sin angustia.
Me parece muy potente y que describe a la perfección lo que siento la siguiente imagen: es una foto del momento en el que la madre biológica le entrega su bebé a la madre adoptiva. Es una historia americana, donde la adopción es y se ve de otra manera.
Así que tanto si estáis planteándoos dar el paso a la adopción, a la ovodonación, a la donación de semen o la adopción de embriones, os aconsejo, si me lo permitís, que os toméis un tiempo para coger perspectiva, que meditéis, que os enfrentéis a vuestros miedos y que decidáis lo que queráis, pero libremente. Libres de temores, libres de secretos. Sólo así viviréis vuestra futura ma/paternidad con alegría. Y es lo mejor que os puede pasar para disfrutarlo a tope.
A los niños hay que contarles su origen sí o sí, tanto si vienen de otros gametos como si proceden de otros países o progenitores, al resto, es elección de los padres y, en todo caso, a quien le correspondería en realidad decirlo o no es al protagonista de la historia, la criatura, ya que es eso mismo, SU historia. En cuanto al cómo hacerlo, en ambos casos aconsejan lo mismo los que saben de esto, y es irlo haciendo a medida que los niños van haciendo preguntas, e ir acomodando las respuestas a su edad, proporcionándoles información más precisa según sean capaces de irla comprendiendo, pero mejor entre los 4 y 6 años.
Es posible que ya haya compartido este vídeo sobre una hija de ovodonación y su madre, la receptora de esos óvulos, pero por si no lo habéis visto lo dejo otra vez. En él explican desde cómo se siente la madre que recibe, hasta cómo hay que contarlo (y que hay que aprender de la adopción en este campo), y enseñan cuentos para hacerlo más fácil.
Yo os dejo este que he encontrado, pero sé que hay más.
Lo más bonito del vídeo es cuando la chica, que no tiene ningún problema con su origen, pregunta "qué le voy a reprochar a mi madre, cuánto me quiso, cuánto me buscó?"
Desde que publiqué el post sobre los papeleos para tramitar una adopción con la ECAI búlgara Amor, he recibido muchos mensaje privados preguntando dudas. Por eso me he animado a profundizar un poco más y compartirlas con todos porque algunas se repiten.
Por ejemplo, por qué trámite empezar. Bueno, la mayoría te los dan (o los obtienes con tu DNI electrónico) en el momento, excepto el certificado médico, que tardan dos o tres días en legalizarlo en da Colegio. El Acta pueden tardar un día o dos también en la Notaría. Si te organizas, son tres paseos mañaneros para reunirlo todo.
Sólo hay que pagar por los que tocan los notarios. El impreso del certificado médico y las tasas para obtener los antecedentes penales cuestan apenas cuatro euros.
Una vez reunís toda la documentación, la metéis en un sobre y llamáis a la Comunidad. Os dirán que quedéis con un mensajero en el IMFM para que los técnicos sellen y comprueben los papeles que el expediente que enviáis está completo. Además, se exige que el papeleo salga de un organismo oficial, no de tu casa.
Algo que he olvidado contaros en el vídeo es que hagáis un índice con todo lo que contiene el sobre viajero.
Si tenéis dudas, os animo a que preguntéis en los comentarios, públicamente, para que otros puedan ver las respuestas y así no tener nosotros que responder varias veces las mismas cosas.
Ánimo! Es una pequeña molestia detrás de la cual están nuestros hijos. Es como no poder beber cerveza en el embarazo ;)
Hoy, que quiero hablaros de una historia de superación con banda sonora propia titulada (I'm possible), curiosamente el calendario del trabajo me arroja esta cita de Henry Ford: "Imposible significa que no has encontrado la solución"
La historia que quiero contaros es la de Joanne O'Riordan, que he conocido gracias a Documentos TV y que podéis ver aquí (clic). Es una joven que nació con tetra amelia, un síndrome sin explicación médica por el que se nace sin miembros.
Joanne tuvo la suerte de contar con unos padres que la motivaron desde bebé a hacer cosas por sí misma, y así fue avanzando hasta llegar a pronunciar un discurso en la ONU, donde pidió un robot que ayude a gente discapacitada para que puedan ser independientes.
De ese desafío se hizo cargo el Trinity College, y yo aprovecho la ocasión para pedir que de financie la investigación y que no dejemos que se vayan fuera nuestros talentos.
En su discurso, Joanne pronunció una frase que se le atribuye a Audrey Hepburn y no puede ser más genial: Nada es imposible, la propia palabra dice "soy posible" (es un juego de palabras en inglés, "impossible" puede dividirse en "I'm possible", "soy posible").
Son muy pocos los que sufren este síndrome, y Joanne tiene la suerte de tener una amiga como ella. En la película que fue adoptada porque su madre biológica la dio en adopción al nacer. Para sus padres (adoptivos) su discapacidad no fue un problema para quererla y le enseñaron a ser independiente.
Si crees que la vida es injusta, si crees que lo tuyo no tiene arreglo, si crees que tienes mala suerte, tienes que ver la película de Joanne. Y de paso, puedes seguir con las historias motivadoras de Kyle Maynard o Nick Vujicic.
Tenemos mucho que aprender. Los límites nos los ponemos nosotros mismos, está claro.
El otro día tuve una revelación, y es que los emoticonos recientes del WhatsApp me sirven como termómetro de mi estado de ánimo. En serio. Me di cuenta porque hace un año y pico, cuando estaba con los tratamientos de FIV y demás, estaba sumida en una profunda tristeza (de la que también soy más consciente ahora, con perspectiva), y sólo utilizaba las caras tristes, la llorona, las manos rezando (que encima resulta que no es eso, sino que es "choca esos cinco"), y los besos para la gente que me mandaba ánimos.
Desde que me di cuenta, he hecho unos cuantos pantallazos días aleatorios para ver cómo iba la cosa, por curiosidad. Y os puedo decir que sí, que en especial los primeros, que son los más utilizados, se corresponden con mi humor. Por ejemplo, aquí sólo con los cuatro primeros ya me acuerdo del agobio que tenía esos días y las cosas que me hacían alucinar.
Aquí veo que ya iba mejor, más animada, y sobre todo veo un emotiocono muy bonito en cuarto lugar: el de la familia! Eso es que habíamos avanzado con nuestro Bienve.
Aquí no sé qué me pasaba, pero madre mía, era una película de acción, con su camión de bomberos, su saco de pasta, su ducha... Pero vaya, la llorona no aparece hasta mucho más abajo.
Aquí debía tener el colesterol alto por el huevo frito y las cervezas (con su tapa, of course) y, aunque debía tener algún agobiete que otro, tocaba palmas y lloraba de la risa, así que muy mal no me encontraba
Y aquí claramente es que me fui a Sevilla en Semana Santa y preguntaba por mi gato a mis padres que me lo estaban cuidando, y hacía buenísimo, aunque luego vino el mal tiempo. Y estaba ciclotímica total, porque lo mismo le daba a las palmas, que mandaba besos a diestro y siniestro, que me reía como que lloraba y luego ponía cara de estreñida y nació un pollito o algo :D
Me estoy riendo un montón con esta tontería, pero en realidad tiene más chicha de la que parece. Os prometo que hubo un tiempo que mis emoticonos tenían una depre profunda. Así que me gusta verlos tan alegres y tan variados. Os invito a mirar los vuestros con detenimiento, a ver qué os dicen.